Esteban Bullrich y el Bicentenario en las escuelas

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El Bicentenario está muy cerca y parece que en la ciudad no saben qué hacer con la Historia. Desde la vicaria episcopal para la educación se oponen al uso del material que ya estaba listo para ser impreso y distribuído en las escuelas medias de CABA. Parece que a la Iglesia la inquietó el uso de la teoría de Gramsci como fundamentación del proyecto.

Uno de las historiadores, que pidió reserva de su nombre, explicó a Página/12 que “nos dijeron que los materiales para Media son los que menos le gustaron a Esteban (Bullrich). Recorren 1810-2010 en dos ejes, pensando al Estado como una construcción colectiva y privilegiando la mirada de acción de grupos subalternos, buscamos mirar formas de intervención, formas de asociaciones, escenarios de conflictivdad y resistencia. Esta fundamentación está explícita. Como en los relatos tradicionales estos sujetos están poco visibles, desde el ministerio y, acompañando los contenidos mínimos que también los privilegian, buscamos esas miradas.”

El tema de imprimir en la currícula la ideología de los funcionarios de turno no es nueva. Cada ministro a dado sobre los contenidos una visión siempre más cercana a su posición ideológica. Como docente en el nivel medio estoy acostumbrado a que los temas curriculares se modifiquen con cada nuevo ministro.

Mi pregunta, más allá de la posible discusión que puedan encerrar estos cambios, es sobre los académicos que armaron el proyecto. ¿Era necesario citar a Gramsci como fundamento teórico? Si vamos a pensar el Bicentenario ninguneando una vez más a los intelectuales del pensamiento nacional, en virtud de respetados teóricos que pensaron, no en la Argentina, sino en otras sociedades con sus particulares, cómo podremos sostener los festejos por la independencia.

No es una defensa nacionalista lo que se pretende, pero no me parece correcto omitir a los intelectuales argentinos que pensaron el país, la historía, la literatura y la sociedad. Muchas veces se cree que citar a Gramsci, Foucault o Marx es mucho más prestigiosos que recurrir a los intelectuales nacionales, y es ahí donde para mí radica el error principal.