Demoliendo hoteles, años y todo lo que se le ponga enfrente. Hoy más recuperado esperamos que también recupere esa mística que le imprimió a nuestra cultura.
García está de vuelta y canta 58. Luego de los impecables conciertos de Lima y Santiago, la de esta noche en el Amalfitani de Liniers es la cita de fuego, de cara al público porteño, velitas incluidas, y será de características multigeneracionales. Con una banda poderosa (ver recuadro), en la que las presencias del “Negro” Carlos García López en primera guitarra y de Hilda Lizarazu en voces y coros sobresalen por haber integrado la inolvidable formación de fines de los 80 (recordar “Filosofía barata y zapatos de goma”), lo cierto es que el mentor de alhajas como “Cinema Verité”, “De mí”, “Anhedonia” y “Llorando en el espejo” de verdad no ha bajado un cambio, pese a los agoreros, en su proceso de recuperación. Un García que, riguroso e irreversible, ha vuelto sobre sus pasos y está recreando en vivo y en ensayos temas como “En vía muerta”, del álbum “Piano bar”, una canción de características otrora proféticas y claramente autorreferen ciales hoy, que tal vez el autor de “Canción para mi muerte” haya podido releer en su fuero íntimo de otra manera: “¿Por qué te quedas en vía muerta? / ¿Por qué te quedas en vía muerta?... / No sé por qué / vas hacia ese lugar / Donde todos han descarrilado / ¿Por qué no te animás a despegar? / Yo te digo por qué...”, inquiría aquella letra de manera insistente y perturbadora. Se dice por ahí que en los momentos bisagra o límite de la vida, en los que las determinaciones se imponen como un imperativo entre lo vital o lo tanático, el presente ya no es el mismo, pero tampoco lo es el pasado, que acude a la ceremonia del hoy de otra manera, con otros ropajes. Algo de eso quizá se juegue en el show de esta noche en Liniers entre el músico, el compositor, el portador de la fina parabólica hipersensorial y compositiva, y un público que, sabedor de su inmanente conexión con la prolífica obra del músico, ha sentido sacudida su alma por años desde el talento de quien supo tocar las fibras más sensibles del interior de cada quien. Es la cuenta regresiva. Y ahí estaremos.
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* CHARLY, COMO DIEGO, SIEMPRE ESTAN DE VUELTA...
García está de vuelta y canta 58. Luego de los impecables conciertos de Lima y Santiago, la de esta noche en el Amalfitani de Liniers es la cita de fuego, de cara al público porteño, velitas incluidas, y será de características multigeneracionales.
Con una banda poderosa (ver recuadro), en la que las presencias del “Negro” Carlos García López en primera guitarra y de Hilda Lizarazu en voces y coros sobresalen por haber integrado la inolvidable formación de fines de los 80 (recordar “Filosofía barata y zapatos de goma”), lo cierto es que el mentor de alhajas como “Cinema Verité”, “De mí”, “Anhedonia” y “Llorando en el espejo” de verdad no ha bajado un cambio, pese a los agoreros, en su proceso de recuperación.
Un García que, riguroso e irreversible, ha vuelto sobre sus pasos y está recreando en vivo y en ensayos temas como “En vía muerta”, del álbum “Piano bar”, una canción de características otrora proféticas y claramente autorreferen ciales hoy, que tal vez el autor de “Canción para mi muerte” haya podido releer en su fuero íntimo de otra manera: “¿Por qué te quedas en vía muerta? / ¿Por qué te quedas en vía muerta?... / No sé por qué / vas hacia ese lugar / Donde todos han descarrilado / ¿Por qué no te animás a despegar? / Yo te digo por qué...”, inquiría aquella letra de manera insistente y perturbadora.
Se dice por ahí que en los momentos bisagra o límite de la vida, en los que las determinaciones se imponen como un imperativo entre lo vital o lo tanático, el presente ya no es el mismo, pero tampoco lo es el pasado, que acude a la ceremonia del hoy de otra manera, con otros ropajes.
Algo de eso quizá se juegue en el show de esta noche en Liniers entre el músico, el compositor, el portador de la fina parabólica hipersensorial y compositiva, y un público que, sabedor de su inmanente conexión con la prolífica obra del músico, ha sentido sacudida su alma por años desde el talento de quien supo tocar las fibras más sensibles del interior de cada quien. Es la cuenta regresiva. Y ahí estaremos.
El Topo Lino
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