Cuando uno cree que todas estas pavadas ya fueron defenestradas de la historia por su falcedad, no sólo ideológicas sino también por su carácter histórico concreto, nos encontramos con declaraciones del pensador gorilex Aguinis:
En su primera gestión (Perón) había herido a la democracias de forma muy grave. La desesperación de muchos justicialistas por ocultar esas fallas no hacen sino mantenerlas activas, como microbios que al menor descuido vuelven a corroer la salud de la República. Es necesario recordarlas, tenerlas muy presentes y repetir la valiente confesión de Duhalde, en el sentido de que es preciso superar la etapa en que "el peronismo gobierna o no deja gobernar".
Sin rodeos hipócritas, René Balestra un socialista de ala y garra-, nos recuerda en su brillante libro El poder obcecado, todo lo que tuvo el primer peronismo de fascista en la "aniquilación de la libertad y la dignidad humana: la afiliación forzosa, la humillación del luto obligatorio, los textos escolares plagados de incondicionalidad. Fue un fenómeno nuevo en la Argentina, importado de Mussolini. Todo argentino no peronista se convirtió en esa época en un exiliado interior. La escuela primaria, la secundaria, la universidad, los bancos oficiales, Gas del Estado, Teléfono, Luz y Fuerza, Obras Sanitarias, Ferrocarriles, radios y la inmensa administración pública fueron territorios ajenos". Con la muerte de Eva Perón se llegó al grotesco de que las autoridades de todos los niveles educativos, de la primeria a la universidad, "tuviesen que concurrir a simulacros de velatorio con un ataúd y la foto de Eva para darle el pésame al jefe de la unidad básica, so pena de quedar cesantes".
Qué raro que nuestro Doctor Horroris Causae, de la Universitate Hair of monkey de Gooriland, omita los terribles vejámenes a que se sometían a los niños durante el primer peronism; vasta recordar que Perón junto a la inefable Eva, desayunaban literalmente niños envueltos. Por la tarde, se hacían traer del Jockey Club indefensos benefactores de la República, para sodomizarlos por cuatro esclavos marfileños que se había hecho traer de los EE. UU. Y para no ahondar en detalles escrabrosos se podría decir que todo escritor no peronist, era sometido a trabajos forzados en Olivos, donde debían cargar ladrillos, bolsas de arenas y cemento, para construir los fastuosos salones en donde cada 17 de octubre se derramaba sangre de profesores universitarios mientras embriagados de poder, el general y su esposa defecaban sobre un retrato de Julio Argentino Roca.
Aguinis, andá a asustar viejas, caretón. Jubilado de privilegio que vivis a costa del sudor del pueblo argentino y malgastas horas de tu vida escribiendo artículos pedorros y novelitas berretas.
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