JUAN D. PERÓN
Palabras pronunciadas en el acto
de proclamación de su candidatura
(12 de febrero de 1946)
y sí, Julio, ese sonido "impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación" era el pueblo, asomando su cabecita, negra, deslucida, en un escenario en el que no era esperado. El colado a la fiesta que come rápido, casi groseramente, porque no sabe cuándo lo echaran a las patadas. Por eso muerde y no mastica, traga, devora a su paso lo que no le está permitido.
Palabras pronunciadas en el acto
de proclamación de su candidatura
(12 de febrero de 1946)
[...] Porque hemos venido a terminar con una moral social que permitía que los trabajadores
tuviesen para comer sólo lo que se les diera por voluntad patronal y no por deber
impuesto por la justicia distributiva, se acusa a nuestro movimiento de ser enemigo
de la libertad. Pero yo apelo a vuestra conciencia, a la conciencia de los hombres libres
de nuestra patria y del mundo entero, para que me responda honestamente si oponerse
a que los hombres sean explotados y envilecidos obedece a un móvil liberticida.
No debemos contemplar tan sólo lo que pasa en el “centro” de la ciudad de Buenos
Aires; no debemos considerar la realidad social del país como una simple prolongaciónde las calles centrales bien asfaltadas, iluminadas y civilizadas; debemos considerar la
vida triste y sin esperanza de nuestros hermanos de tierra adentro, en cuyos ojos he podido
percibir el centelleo de esta esperanza de redención.
Por ellos, por nosotros, por todos juntos, por nuestros hijos y los hijos de nuestros
hijos debemos hacer que, ¡por fin!, triunfen los grandes ideales de auténtica libertad que
soñaron los forjadores de nuestra Independencia y que nosotros sentimos palpitar en lo
más profundo de nuestro corazón.
Cuando medito sobre la significación de nuestro movimiento, me duelen las desviaciones
en que incurren nuestros adversarios. Pero, mucho más que la incomprensión
calculada o ficticia de sus dirigentes, me duele el engaño en que viven los que de buena
fe les siguen por no haberles llegado aún la verdad de nuestra causa. Argentinos como
nosotros, con las virtudes propias de nuestro pueblo, no es posible que puedan acompañar
a quienes los han vendido y los llevan a rastras, de los que han sido sus verdugos
y seguirán siéndolo el día de mañana. Los pocos argentinos que de buena fe siguen a
los que han vendido la conciencia de los oligarcas, sólo pueden hacerlo movidos por las
engañosas argumentaciones de los “habladores profesionales”. Estos vociferadores de
la libertad quieren disimular, alucinando con el brillo de esta palabra, el fondo esencial
del drama que vive el pueblo argentino.
Porque la verdad verdadera es ésta: en nuestra patria no se debate un problema entre
“libertad” o “tiranía”, entre Rosas y Urquiza; entre “democracia” y “totalitarismo”.
Lo que en el fondo del drama argentino se debate es, simplemente, un partido de campeonato
entre la “justicia social” y la “injusticia social”. [...]
tuviesen para comer sólo lo que se les diera por voluntad patronal y no por deber
impuesto por la justicia distributiva, se acusa a nuestro movimiento de ser enemigo
de la libertad. Pero yo apelo a vuestra conciencia, a la conciencia de los hombres libres
de nuestra patria y del mundo entero, para que me responda honestamente si oponerse
a que los hombres sean explotados y envilecidos obedece a un móvil liberticida.
No debemos contemplar tan sólo lo que pasa en el “centro” de la ciudad de Buenos
Aires; no debemos considerar la realidad social del país como una simple prolongaciónde las calles centrales bien asfaltadas, iluminadas y civilizadas; debemos considerar la
vida triste y sin esperanza de nuestros hermanos de tierra adentro, en cuyos ojos he podido
percibir el centelleo de esta esperanza de redención.
Por ellos, por nosotros, por todos juntos, por nuestros hijos y los hijos de nuestros
hijos debemos hacer que, ¡por fin!, triunfen los grandes ideales de auténtica libertad que
soñaron los forjadores de nuestra Independencia y que nosotros sentimos palpitar en lo
más profundo de nuestro corazón.
Cuando medito sobre la significación de nuestro movimiento, me duelen las desviaciones
en que incurren nuestros adversarios. Pero, mucho más que la incomprensión
calculada o ficticia de sus dirigentes, me duele el engaño en que viven los que de buena
fe les siguen por no haberles llegado aún la verdad de nuestra causa. Argentinos como
nosotros, con las virtudes propias de nuestro pueblo, no es posible que puedan acompañar
a quienes los han vendido y los llevan a rastras, de los que han sido sus verdugos
y seguirán siéndolo el día de mañana. Los pocos argentinos que de buena fe siguen a
los que han vendido la conciencia de los oligarcas, sólo pueden hacerlo movidos por las
engañosas argumentaciones de los “habladores profesionales”. Estos vociferadores de
la libertad quieren disimular, alucinando con el brillo de esta palabra, el fondo esencial
del drama que vive el pueblo argentino.
Porque la verdad verdadera es ésta: en nuestra patria no se debate un problema entre
“libertad” o “tiranía”, entre Rosas y Urquiza; entre “democracia” y “totalitarismo”.
Lo que en el fondo del drama argentino se debate es, simplemente, un partido de campeonato
entre la “justicia social” y la “injusticia social”. [...]
y sí, Julio, ese sonido "impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación" era el pueblo, asomando su cabecita, negra, deslucida, en un escenario en el que no era esperado. El colado a la fiesta que come rápido, casi groseramente, porque no sabe cuándo lo echaran a las patadas. Por eso muerde y no mastica, traga, devora a su paso lo que no le está permitido.
4 comentarios:
Feliz día compañero!
feliz dia compa!
lo ando leyendo, su blog y comentarios en otros
muy lindo blog, saludos!
Siguen ustedes neomontoneros con ese cuento. siganme a mi que quiero competir con cristina, y con cumbio, quiero ser presidente y Floguer
Feliz Día a los compañeros y compañeras!
Me encantó la imagen del colado a la fiesta.
Hoy se siente un amor que crece por toda la humanidad. Ojalá todos los días fueran así.
Yo también te ando leyendo.
Un abrazo
Cristina A
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